Deja de pedir permiso para ser 

Published by

on

Hay algo que tienen en común todas las personas a las que acompaño: se sienten unas exageradas.

No es casualidad. Desde pequeñas, recibieron una educación que no acogió sus necesidades.
Crecieron con cuidadores que en lugar de sostenerlas, las minimizaron e invalidaron.

Lo han interiorizado tanto que se lo han creído.
Han aprendido a desconectarse de su verdad.
A ignorar sus necesidades.
A vivir separadas de su cuerpo sin saberlo.

Intentan calmar un fuego interno que se desborda, porque aunque su mente ponga buena cara su cuerpo no puede mentir.

El problema no eres tú.
Todo está diseñado para señalar y callar a quien grita.

Desde la cuna nos enseñaron: “Honrarás a tu padre y a tu madre”.
Pero, ¿qué pasa cuando honrar implica callar, someterse y dejar de ser quién eres?
No siempre puedes honrar.
No siempre puedes perdonar.
Hay límites que nunca debieron enseñarte a cruzar.

Cuando tenías calor te decían que era imposible.Cuando no tenías hambre te decían que continuaras comiendo.Cuando no querías besar al tío te regañaban porque eso no se hace.Cuando te encontrabas mal te decían que eras demasiado joven para quejarte.Cuando te peleabas con alguien, te hacían perdonar y darle un abrazo negando tu malestar.Cuando te quejabas de que un profesor te trataba mal te decían que seguro que no era para tanto, o que ese tipo de profesores no existían.
Te hicieron creer que eras una quejica, dramática, exagerada o demasiado sensible. Y así poco a poco, te apartas de ti para contentar a los demás. Abandonas tu autenticidad para sobrevivir en un entorno que no te favorece. 
El dolor de volver a ti es menor que el dolor de abandonarte.



Solo cuando te acojas a ti misma, podrás desplegar tus alas.
Solo cuando comprendas tu historia, podrás mirar hacia adelante sin negar el lugar del que vienes.
Solo cuando lo integres en el CUERPO la historia dejará de repetirse.


Si esto resuena contigo, quiero acompañarte en este proceso.
Un espacio donde recuperar la confianza en ti, tu cuerpo y la vida para dejar de vivir sin hacer ruido y empezar a desplegar tus alas.

Un abrazo,

Georgina

Deja un comentario